El hombre es un ser en el mundo y el ejercicio de su libertad se inserta en la dimensión histórica.
La historia no sólo es el transcurrir del tiempo, sino de asumir el pasado para vivir el presente contexto histórico, cultural, religioso, político y económico, en vistas al futuro.
Dos interpretaciones erradas de la historicidad humana: objetivista y relativista
- La objetivista se centra en el tiempo físico como una sucesión de instantes fugaces y transitorios. No toma una posición moral sobre los valores.
- La relativista considera que el hombre no tiene naturaleza, sino únicamente historia, al punto de que la verdad y los valores sólo tienen vigencia temporal y no permanente.
La postura auténtica de la historicidad humana considera la existencia como una tarea a realizar en el tiempo. La vida humana es la realización del proyecto (que Dios quiere y va indicando).
La interrelación entre las vidas y los proyectos de las personas es lo produce la historia humana. La historicidad implica la cultura. La cultura es el fruto (acumulado) de la acción y el pensamiento del hombre. El núcleo de la cultura es el conjunto de valores y antivalores que vive y transmite una sociedad. El hombre se “naturaliza” cuando “humaniza” (transforma) la naturaleza.
Se podría decir que el hombre tiene naturaleza –“es determinado”-, pero tiene una naturaleza abierta -“es indeterminado”-. Y esta “naturaleza abierta” (determinada indeterminación) se debe a su libertad.
Para que haya moralidad se requiere que haya libertad. Sin embargo, cuando la libertad se queda como única condición moral, entonces se identifica equívocamente un acto libre con un acto bueno. La libertad implica asumir la responsabilidad del actuar sin coacción.
Entonces, ¡el hombre es simultáneamente esencia y existencia, naturaleza e historia, determinación y apertura!
Fuente: "Horizonte vertical" de Ramón Lucas Lucas e ideas personales.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario