23/4/18

El sexenio de Calderón

Lorenzo Meyer, Foro Internacional Vol. LV, 1 (219) Enero-Marzo, 2015.  http://www.scielo.org.mx/pdf/fi/v55n1/0185-013X-fi-55-01-00016.pdf
1. Lo que estuvo en juego

El examen del tiempo político inmediatamente anterior a la presidencia de Calderón puede llevar a concluir que lo ocurrido a partir de 2006 fue una oportunidad desperdiciada para ahondar en la democratización y modernización del régimen político mexicano de manera pacífica, apegada a derecho, con la participación y aquiescencia de la mayoría ciudadana. Y es que, en conjunto, las condiciones que precedieron y permitieron el ascenso de Calderón y su grupo a la presidencia habían estado ausentes desde que México inició su vida como Estado nación independiente. Por tanto, al abrirse la etapa electoral de 2006 el espacio democrático ganado hasta entonces no era aún muy firme pero sí prometedor, conque en esa coyuntura la principal tarea y responsabilidad del gobierno, de cualquier gobierno, debería haber sido consolidar ese espacio. Sin embargo, el segundo presidente panista tomó una serie de decisiones que terminaron por desperdiciar lo tan duramente ganado.

2. La elección de 2006

La sucesión de Vicente Fox fue precedida de una campaña extraordinariamente reñida y de un ambiente dominado por la desconfianza, el encono o el miedo. (...) Desde 2004 Calderón, un panista histórico, inició su precampaña pese a no contar con el beneplácito de Fox. Sin embargo, a inicios de 2005 Fox decidió, con el respaldo en el Congreso del PAN y el PRI, intentar eliminar como candidato a quien aparecía como el verdadero rival de Calderón: Andrés Manuel López Obrador. La vía que Fox eligió para su propósito fue proponer y conseguir que la mayoría del Congreso aprobara el desafuero de López Obrador y cortar de tajo sus aspiraciones electorales. Sin embargo, una movilización oportuna y espectacular de la izquierda en contra de esa maniobra en abril de 2005 obligó al gobierno federal a recular. (...) Tras la elección, oficialmente ganada por Calderón con un margen de apenas 0.56%, la izquierda se negó a reconocer la legitimidad del resultado y de la nueva presidencia

3. El arranque condicionó el final

Sin mayoría absoluta en el Congreso, el PAN requirió apoyo de los priistas y, en consecuencia, elementos centrales del viejo régimen encontraron el espacio para mantenerse vigentes. El PRI se refugió en los gobiernos estatales que controlaba –donde el Estado de México resultó el más importante–, negoció su apoyo al gobierno de Calderón y explotó a fondo la debilidad del PAN para echar a andar un proyecto de recuperación del poder desde sus bastiones en la periferia, particularmente el Estado de México

La ceremonia de toma de protesta de Calderón como presidente el 1 de diciembre de 2006 se caracterizó por la protesta tumultuaria escenificada por la oposición en el Congreso y por la ausencia de cualquier rasgo de solemnidad. (...) Felipe Calderón tomó una decisión que tuvo objetivos múltiples pero que, con el paso del tiempo, marcaría todo su sexenio: iniciar de inmediato –el 11 de diciembre de 2006– una acción militar de gran envergadura –“Operación Conjunta Michoacán” que movilizó a 5000 soldados, marinos y policías federales– para acabar con una organización de narcotraficantes -La Familia Michoacana-. (...) El objetivo evidente de la operación en Michoacán era responder de manera contundente a la evidente pérdida de control territorial del gobierno local y a la creciente ola de violencia desatada por el crimen organizado, que en ese año ya había cobrado 2 500 vidas en el país. Hubo, además, dos razones adicionales para esta política de “mano dura”. Por un lado, la presión norteamericana por duplicar en México el “Plan Colombia” y el propósito de ganar con el uso exitoso de la “fuerza legítima” el grado de legitimidad necesario para llevar a cabo otras políticas de fondo, como la privatización de la actividad petrolera y que el “mandato de las urnas” original no permitía. (...) Ante el incremento en la violencia, el calderonismo fue notoriamente ineficaz e insensible en sus respuestas.

4. Lo económico y social o la política de un “bien común” que no fue tan común

El “Programa Oportunidades” –un programa de transferencia de ingresos a familias pobres, sobre todo rurales, en beneficio de los niños y que favoreció a cinco millones de familias– y el resto de la gama de programas gubernamentales para disminuir la pobreza, si bien llevaron a que el impacto de la desigualdad no fuera tan brutal como lo hubiera sido si se hubiera dejado operar sin interferencia a las fuerzas del mercado, finalmente no cambiaron la realidad de los pobres.

5. La reforma petrolera

Dentro del proyecto neoliberal echado a andar a mediados de los ochenta, un punto central fue la privatización de las grandes empresas estatales. Para inicios del siglo xxi, el único sector industrial importante que faltaba por pasar de manos estatales a las privadas era el energético. Se argumentaba, de muchas formas y en foros nacionales y extranjeros, que era justamente la falta de esa reforma –la joya de la política privatizadora– lo que había frenado el crecimiento de una economía que ya era, básicamente, de libre mercado. En consecuencia, el gobierno de Calderón desarrolló en 2008 una gran campaña de publicidad como etapa previa para hacer realidad la reforma constitucional del artículo 27 y que abriera a las empresas estatales –PEMEX y la Comisión Federal de Electricidad– a la inversión privada como única forma de proceder a explotar los grandes depósitos petroleros.

6. La dispersión de poder

El presidencialismo mexicano del siglo XX se basó en la amalgama de sus poderes constitucionales con los meta constitucionales (...) Con la pérdida de poder presidencial en la última etapa del PRI y con la salida de ese partido de Los Pinos en 2000, el sistema político mexicano experimentó una notable dispersión del poder, aunque el pluralismo resultante –una peculiar poliarquía– no necesariamente transformó en una democracia de calidad al nuevo sistema. (...) Con el paso del tiempo, Calderón, como su antecesor, tuvo que gobernar con una mayoría de gobernadores y el jefe de gobierno en la capital de oposición –25 de 32 en 2008–, y lo mismo le sucedió con respecto a los legisladores federales y locales.

7. Finalmente, la corrupción

El PAN, desde su origen como partido de oposición, se propuso subrayar que la corrupción en el campo de la política era una de las grandes trabas al desarrollo material y político de México. Al asumir el poder en el año 2000, se supuso que Vicente Fox iniciaría el combate contra este mal endémico y al que se ligaba con la ausencia de rendición de cuentas durante la larga etapa del autoritarismo priista. Finalmente, Fox nunca capturó a ninguno de los “peces grandes” de la corrupción, como había prometido, y la situación no cambió durante la presidencia de Felipe Calderón. Los índices de corrupción son instrumentos de medición cuantitativa muy crudos, pero no hay otros mejores. Transparencia Internacional le dio a México en 2007 un puntaje de 35 sobre 100 en el índice de percepción del grado de corrupción; seis años más tarde, en el informe de 2013, la situación era igual: el índice fue de 34 sobre cien, pero si en el primer caso México quedó colocado en el lugar 72 de un total de 179 países, en el segundo descendió al 106.
Para concluir
El gobierno presidido por Felipe Calderón cerró el relativamente breve intervalo de la alternancia de partidos en el poder en México. El retorno a la presidencia del partido que monopolizó el poder por casi todo el siglo XX –el PRI– encontró a un México con una ciudadanía más participativa, más consciente de sus derechos que en la época del autoritarismo clásico, pero que aún estaba lejos de constituir una sociedad civil vigorosa y comprometida con la democracia.



Más análisis del sexenio de Felipe Calderón (2006-2012) por parte de académicos en la Revista del Colegio de México: Foro Internacional Vol. LV, 1 (219) Enero-Marzo, 2015. https://forointernacional.colmex.mx/index.php/fi/issue/view/212/showToc

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