Un pequeño problema se nos presenta para analizar hoy. Para comenzar explicaré qué es la crematística, cuál es su diferencia con la economía, qué problemas genera y cómo la podemos superar.
La crematística es la actividad que tiene como fin el beneficio monetario. Se distingue de la economía porque esta última es la actividad productiva que tiene como fin el bienestar de las personas. La crematística tiene como medio todos los recursos e incluso a la misma persona humana con el único fin de aumentar su dinero. La economía tiene como medio todos los recursos, incluido el dinero, con el fin de satisfacer las necesidades de las personas y garantizar su bienestar.
Eso ya lo decía Aristóteles hace más de 25 siglos. Una distinción que ahora no se conoce y por eso en primera instancia podría parecer confuso, pues “lo que generalmente llamamos “economía” resulta que verdaderamente es crematística” (Polanyi, 1994), pues todos, absolutamente TODOS los indicadores de “éxito” a nivel micro de una empresa y nivel macro de un país vemos que lo único que importa es el dinero.
A nivel micro, la empresa mide su rentabilidad financiera. No le interesa si comete actos de corrupción, si paga buenos salarios, si sus clientes están satisfechos, si paga los impuestos que debe, si es responsable con el medioambiente… Y a nivel macro, el país mide a través del PIB la suma de los precios de todos los bienes finales que produjo en un periodo de tiempo. Mientras más alto sea el PIB más “exitoso” es el país; pero el PIB no mide el nivel de inseguridad o la violencia, si la naturaleza se ha contaminado, si hay cada vez más desigualdad…
Por tal motivo, se puede decir que tal como está nuestro sistema económico dominante es un sistema perverso, no sólo por las cifras que se detallarán más adelante, sino simplemente porque etimológicamente pervertir es cambiar de orden y este sistema crematístico en vez de poner a la persona como fin y el dinero como medio, pone a la persona como medio para obtener el dinero que es el fin. Para ejemplificarlo con una frase de Mario Bergoglio “Que algunas personas en la calle sin techo mueren de frío en la calle no es noticia. ¡Pero si bajan diez puntos las bolsas es una tragedia! Lo que manda hoy no es el hombre, es el dinero”. Más claro, imposible.
La cuestión que surge ahora es cómo podemos cambiar este sistema crematístico dominante a nivel mundial desde hace unos siglos. Vale la pena aclarar desde un comienzo que este sistema está acompañando a los hombres en una pequeña fracción de su historia en esta Tierra, ha habido varios sistemas económicos a lo largo de los milenios así que a las personas que piensan que no hay alternativa hay que responderles que sí, ¡SÍ HAY UNA ALTERNATIVA!, precisamente nuestra inteligencia y voluntad nos permiten formular y aplicar una transformación a nuestro sistema económico, político y social.
En los siguientes post seguiré tratando este tema, específicamente respondiendo a la pregunta ¿a quién le corresponde formular e implementar esta alternativa?
Bibliografía
Polanyi, K. (1994). Nuestra obsoleta mentalidad de mercado. Cuadernos de Economía - v. XIV n. 20, 249-266.Bergoglio, J. M. (5 de Junio de 2013). Audiencia General .
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