Las elecciones se realizaron el pasado domingo 1º de julio, ya ha pasado más de una semana y tenemos materia para evaluar el “tsunami”.
Primero, vamos las cifras con las que ganó AMLO. Según los resultados del INE, López Obrador obtuvo el 53% de los votos (30 millones), Ricardo Anaya obtuvo 22% de los votos y José Antonio Meade obtuvo 16% y Jaime Rodríguez tan sólo el 5%.
Dadas las tendencias que se estimaban la tarde del 1º de julio, los otros tres contendientes rápidamente aceptaron su derrota y le desearon lo mejor a López Obrador, quien encabezará el próximo gobierno que entrará en funciones el próximo 1º de diciembre.
Además, cabe resaltar que Morena ganó mayoría en el Congreso y el Senado, así como 5 de las 9 gubernaturas en las que hubo elecciones (entre ellas la Cd. de México). Adicionalmente, el PRI (el partido gobernante a nivel federal) ha sufrido una tremenda debacle. Así, el PAN se coloca como segunda fuerza en el Congreso y el Senado.
Bueno, en segundo lugar ¿qué esperar del gobierno de López Obrador?
Primero, tiene que mandar buenas señales en tres ámbitos en donde la población demanda respuesta. Segundo, tiene que priorizar sus batallas. Tercero, tiene que ejecutar su plan de gobierno con estrategias claras:
- Acabar (disminuir) la inseguridad
- Combatir la corrupción
- Acelerar el crecimiento económico
En estos días las señales principales se han dado en torno a lo económico. El designado secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, ha detallado ciertas cuestiones que han tranquilizado a los mercados y a los inversionistas. Por ejemplo: mantener la autonomía del Banco de México, no incrementar el ratio deuda/PIB, no modificar los precios de las gasolinas, mayor transparencia en el presupuesto.
En búsqueda de acelerar el crecimiento económico, disminuir la pobreza y la desigualdad:
- Proyectos de inversión
- Tren Transítsmico y Tren Maya, para desarrollar el sur-sureste.
- Refinerías, para recuperar soberanía energética.
- Programas sociales
- Beca para capacitación de jóvenes “ninis”.
- Pensión universal de adultos mayores, a todos sin distinción.
Carlos Urzúa y Gerardo Esquivel estiman que para estos programas se requieren 500 mil millones de pesos cada año (una décima parte del actual presupuesto federal). Es una cantidad muy grande. ¿De dónde van a sacar ese dinero?
Durante las pasadas administraciones se ha dicho reiteradamente que ya no hay margen de maniobra. Sin embargo, estos economistas dicen que sí hay margen: por un lado en la estimación de ingresos y por otro es en la duplicidad/opacidad de programas. Están dispuestos de asumir la lucha política para cambiar los “usos y costumbres” de legisladores, gobernadores, sindicatos, medios y empresarios.
Adicionalmente, es muy valioso que el presidente reconoce que su plan para desarrollar a México no lo va a lograr sin la ayuda de la inversión privada. Debe de mantener la confianza e incrementarla, allí su gran enlace ha sido y será Alfonso Romo.
Finalmente, con respecto a su batalla contra la corrupción, el presidente utilizará los organismos estatales que hacen fiscalización y control. Además, centralizará las compras públicas en la Secretaría de Hacienda con el fin de hacer más eficiente el gasto con costos más baratos y evitando los intermediarios. Parece que ha dado perdón a Peña Nieto y su gabinete a cambio de estabilidad. No creo que sea lo mejor, pero quizá es lo más conveniente para evitar una crisis política. Pero si detecta corrupción en su partido o su gabinete, deberá actuar rápida y escrupulosamente. Sólo así se verá que va en serio.
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