Ya hemos pasado entonces a través de 3 grandes tipos de organizaciones (el gobierno, las ONG y los organismos multilaterales), las cuales son el mayor porcentaje de las organizaciones que están en nuestro mundo. Además, también revisamos la situación de las empresas sociales. Sin embargo, yo pienso que no han dado efecto las medidas tomadas (que han sido numerosas y variadas) porque no tiene sentido correr cuando vamos en el camino equivocado.
Simplemente es necesario cambiar de sistema. Si nuestro sistema está mal, hay que formular otro e implementarlo (aunque no es tan sencillo como decirlo y escribirlo). Algunos inmediatamente saltarían porque pensarían que Marx les dice “la burguesía no solo forja su propia destrucción, sino también a su propio sepulturero: el proletariado” y también que “el motor de la historia es la lucha de clases”.
Marx elaboró una fuerte crítica hacia el capitalismo y la tremenda explotación hacia los trabajadores. En su época había grandes desigualdades y hoy esas diferencias son más extremas, según OXFAM (basado en datos del Credit Suisse), “desde 2015, el 1% más rico de la población mundial posee más riqueza que el resto del planeta y actualmente, ocho hombres poseen la misma riqueza que 3.600 millones de personas (la mitad de la humanidad)” (OXFAM , 2017)
Por tales motivos, en nuestra época, las críticas marxistas tienen aún vigencia. Se han profundizado las desigualdades sociales y el ser humano ha sido absorbido por mecanismos impuestos por el consumismo.
Sin embargo, tampoco esta solución comunista corresponde a la naturaleza y dignidad de la persona humana. Como dice Miguel Aguilar “mientras la economía de libre mercado propone la competencia entre individuos aparentemente iguales como mecanismo económico para alcanzar el bienestar social, y el comunismo sólo puede alcanzarse a través de la lucha violenta de clases, necesaria para que el proletariado se adueñe de los medios de producción; el catolicismo propone la solidaridad a partir de que el individuo es persona, y como tal es único e irrepetible, y es importante por sí mismo, independientemente del grupo social al que pertenezca. El catolicismo aporta una visión del hombre sobre la cual no funcionarían los dos grandes sistemas económicos: el capitalismo y el comunismo”
Propiamente el catolicismo no tiene un sistema económico, pero sí tiene unos principios en los cuales se debería fundamentar un sistema económico más acorde con la persona humana: la solidaridad, la subsidiariedad, la libertad y el bien común.
Es allí donde entra la reciente formulación de la ECONOMÍA DEL BIEN COMÚN, sobre la cual el filólogo y economista austriaco Christian Felber ha escrito un libro en 2012.
Tomando del libro de Felber, “la economía del bien común se sustenta en tres núcleos:
- Quiere resolver la contradicción de valores entre economía y sociedad, incentivando y premiando en economía los mismos comportamientos y valores que tienen éxito en las relaciones humanas: honestidad, empatía, confianza, estima, cooperación, solidaridad, voluntad de compartir.
- El espíritu, los valores y los objetivos de nuestras constituciones deben implantarse en economía de forma consecuente. El sistema económico real actual vulnera el espíritu de las constituciones.
- El éxito económico deja de ser un indicador de valores de cambio para convertirse en un indicador de utilidad social. No medirnos conforme al medio, sino conforme al fin. No conforme al dinero, sino conforme al bien común.”
Lo que más me ha gustado de esta nueva propuesta (con menos de 7 años de antigüedad) es que las empresas ya lo están implementando, ya hay cerca de 1000 empresas que están realizando voluntariamente el Balance del Bien Común que involucra, por supuesto la rentabilidad financiera, pero también si la empresa crea o destruye empleo, si la calidad de los puestos de trabajo aumenta o disminuye, si los beneficios se reparten de manera justa, si se trata y remunera igual a las mujeres y a los hombres, si la empresa cuida o explota el medio ambiente, si se trata bien a los clientes, si se comporta solidariamente con otras empresas…
Aquí las iniciativas de Muhammad Yunus con las empresas sociales, las de Pedro Tarak con las empresas B, las de Chiara Lubich con las empresas del Movimiento Focolar encontrarían su verdadero hábitat. Un ecosistema económico en donde se busque el bien común: resolver una necesidad que afecta a todos y donde las utilidades generadas se reparten también de una manera más equitativa. Cada vez hay más personas que se dan cuenta que un sistema económico en donde “8 hombres tienen la misma riqueza que las 3.600.000.000 personas más pobres” no puede seguir así, porque es inestable e insostenible.
Esta es una iniciativa que está tomando cada vez mayor fuerza, ahora hace falta profundizar, debatir (la cuestión de la medición de estos nuevos indicadores) y difundir este nuevo sistema económico. Felber clarifica que “la economía del bien común no quiere decir que sea el único modelo imaginable para el futuro”. Lo más deseable es que los componentes más correctos de las diferentes alternativas lleguen a un consenso conjunto.
Como dijimos hace 2 meses: ¡SÍ HAY ALTERNATIVA!
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